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En su conjunto la escenificación de La Librea nos acerca a las costumbres de aquél pueblo campesino y a sus raíces religiosos, culminando con un impactante espectáculo de luz y sonido, en la célebre batalla entre los barcos y el castillo. Ell director artístico de la Librea 2014 será Miguel Ángel Hernández, un teguestero que recuperó este acto en 1997.

Documentos de índole administrativa, dejan constancia de la antigüedad de esta celebración en la Villa en 1600, según se desprende de los oficios escritos que se intercambian en 1814 el alcalde de Tegueste, Juan Manuel González, el Coronel del Regimiento Provincial de Milicias y el Comandante General, sobre préstamos de fusiles y un tambor necesarios para la aparente marcha que, junto a danzas y barcos, celebran la fiesta de Nuestra Señora de Los Remedios.

En estos oficios se recogen las conversaciones de Juan Manuel González con el coronel del Regimiento Provincial, y donde queda constatado el origen de la Librea: “Con motivo de haberme hecho presente el Gobernador de Armas de este lugar no serle posible en el presente año franquear como se ha acostumbrado siempre, los fusiles desde su compañía para formar aquella reunión de aparente marcha con que entre danzas, Barcos y otras diversiones, solemnizan estos vecinos la festividad de su Patrona desde que por su poderosa protección se libertaron de la epidemia que se padeció a principios del año de 1600”, según decía el alcalde teguestero en oficio de septiembre de 1814.

La fecha de 1600 vuelve a reiterarse en una de las misivas del Coronel: “(…) teniendo en consideración que esta celebridad cuenta dos siglos y catorce años pues fue su principio en el de 1600, y que en esta época ha habido muchos coroneles antecesores míos, parecería un efecto de ridiculez el que por falta de concurrir los militares se desluciera una celebridad tan antigua”.

La fiesta
La Librea, fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) por decreto 154/2007 del Gobierno de Canarias y que cada tres años llena las calles de la Villa, consiste en una especie de milicia mandada por un capitán que, junto con la danza y los navíos, desfilan en la procesión de la Virgen.

Esta típica escuadra de tierra adentro marchaba por riguroso orden según la promesa ofrecida, del siguiente modo: el Barco de Pedro Álvarez en primer lugar, seguido del de Tegueste, y en último lugar, el de San Luis. El Socorro también rinde  pleitesía de reconocimiento por la aludida merced, navegando todos sobre la carretera que el hombre del campo, con su yunta de vacas, ha arrastrado orgulloso hasta nuestros días.

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