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La edición y presentación de este proyecto está prevista para finales del mes de noviembre, y su publicación desvelará aspectos de dicho período en la historia del municipio.

El estudio de la vida cotidiana municipal a través de la percepción de los propios vecinos no muestra la realidad en sí de esa época, sino cómo era percibida por la memoria colectiva local. Lo verdaderamente interesante de este tipo de investigaciones es mostrar el punto de vista de la población que vivió durante ese período en todo el municipio de Tegueste, desvelando sus problemas diarios, el contexto que tuvieron que afrontar, los espacios de socialización que tenían, cómo estos fueron poco a poco modificándose conforme las condiciones socioeconómicas cambiaron con los años, etcétera. De ahí la importancia de los testimonios locales, que muestran con enorme vitalidad y emotividad cómo vivieron aquellos años, cómo salieron adelante, y cómo cambió el municipio de manera radical durante esas tres décadas.

Como antesala al trabajo definitivo, una de las investigaciones del proyecto, y que fue presentada por el autor en las últimas Jornadas de Investigación Histórica, fue la influencia y relevancia de los charcos en la vida de Tegueste entre 1950 y 1980. Hasta la segunda mitad del siglo XX, los charcos en la Villa, y más concretamente en el Barranco Agua de Dios, eran considerados como espacios relevantes dentro de las actividades de la población teguestera, y suponían además un elemento dinamizador de la vida del municipio.

Entre los años de estudio, en el Barranco Agua de Dios habían alrededor de 20 zonas de charcos. El Charco de Las Vacas, el de La Fuente, El Rejanero, el del Pilón, Los Patos, el de La Cera, el de Rafael Perera, de Las Tapias, de Los Pinos o del Ere, entre otros, son algunos de los recopilados en este trabajo.

Según las investigaciones de Carreras Navarro, la diversidad respecto a las actividades que se hacían en los charcos, ya fuesen “preparados” o naturales, motivaba que existiesen de diferentes tipos en función de sus usos. La más recordada y mencionada, probablemente por su importancia para los vecinos, era la de lavaderos temporales. Pero no era la única. También abrevaba el ganado en ellos, se recogía agua para la casa, se endulzaban chochos, eran zonas de baño, de juego para los niños, se aprovechaba su periferia para plantar ñameras y recoger berros… Pero, por encima de todo, eran los lugares donde las mujeres lavaban.

Pero el uso del barranco no es sino una pequeña parte de la investigación, que mostrará otros elementos destacados, bajo la perspectiva vecinal, del día a día de aquellos años, y cómo fue cambiando la situación conforme avanzaron los años.

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